Crítica de Azul Ultra
12 julio, 2011
La Revista digital Actual Art realizó un excelente análisis de «Azul Ultra» que reproducimos en su totalidad.
Azul Ultra | Sobre personas y personajes
La compañía Lombó Teatro vuelve a los escenarios con Azul Ultra, una obra presentada bajo un cuestionamiento acerca del ámbito cultural, el artista y la sociedad. Con grandes dosis de violencia psicológica e incluso física, y apelando al humor como mecanismo para restarle crudeza a la trama, la obra de Martin Piola establece una serie de juegos de espejos que invitan al espectador a cruzar la línea y sumergirse en una profunda reflexión sobre los esquemas afectivos, sociales y culturales de la actualidad bajo una atmósfera en la que se percibe la tragedia. La obra, edificada sobre fuertes cimientos que beben de dramaturgos con concepciones pesimistas sobre la humanidad como Pirandello o Becket, se apoya en tales escritores para abordar de nuevo, los conflictos del hombre moderno y las necedades humanas como ya hizo Pirandello en su trilogía El teatro en el teatro, donde lanzaba una crítica a la burguesía y hacia el individuo.Los personajes se sitúan en diferentes niveles sociales, encontrando una dramática relación entre un niño y su madre, un antisistema que se enfrenta a un policía, un escultor y su pareja o un par de actores durante un ensayo teatral. En cada una de las relaciones es posible identificar una situación desequilibrada de juegos de poder entre los 2 sujetos que intervienen, y que impregna a la escena de una atmósfera de represión en la que se muestra a uno de los personajes con una abusiva libertad dominando a un sujeto dependiente, débil y supeditado a la personalidad del primero. Un juego de equilibrios en el que polos opuestos de una misma realidad como la ingenuidad frente a la experiencia, o la espontaneidad frente al anquilosamiento participan en desventaja en el escenario de las relaciones afectivas.La trama tiene lugar en la Plaza Mayor de Salamanca, tal y como indica un arco de la plaza situado sobre un escenario sencillo y desnudo de artificios sobre el que se sitúan pocos elementos de atrezzo más como un saco o un banco de piedra deshuesando una narración que asume el peso de la obra. Tales elementos son empleados como medio para contextualizar interviniendo como sujetos activos dentro de la narrativa y la acción así como se sitúan como espacios estructuradores para los diferentes escenarios en que transcurre la historia.
Al fin y al cabo, Azul Ultra, no habla más que del síndrome de insatisfacción generalizada propio de la sociedad actual. Se ríe de la posición de las artes, y llora con las relaciones personales, cuestionando ambas realidades a partir de símbolos y arquetipos que canaliza especialmente a partir de la relación entre los actores de teatro y el artista y su mujer.
Si las relaciones sociales tienen gran importancia en la obra, el arte haría de contrapeso sobre un guión en el que se establecen numerosos guiños a artistas de gran relevancia en cuanto a conceptualización y evolución artística como Warhol o Francis Bacon.
Una historia que tiene como testigo la escultura que realiza un artista contemporáneo, planteándose así los desafíos del arte y la condición del creador actual que le sitúa bajo una personalidad fría, ególatra e inaccesible alejada del mundo que le rodea. Un personaje que vive para su obra sin aceptar críticas ni halagos, hermetizado en su propia hipocresía y obsesionado por ella.
Martín Piola reflexiona también, sobre la convencionalidad del teatro y la pasividad del público respecto a él a partir del encorsetamiento que mantiene a las artes escénicas sumidas en una torpe y lenta evolución que no ha sabido ponerse al nivel de contemporaneidad de otras artes y que, apoyándose en Lorca, ha de saber superar su función de entretenimiento y servir de instrumento para afectar al público e incitar a la reflexión superando la eterna crisis teatral.
A través de las escenas de los dos actores que ensayan una obra, se cuestiona en espirales de diálogos y con ricos juegos lingüísticos el autor, si todo es obra de un dramaturgo o si en cambio el actor cumple una función tan esencial como él, presentándose en Azul Ultra a partir del desdoblamiento de los intérpretes en personajes y personas. Unos intérpretes que se mueven entre la aceptación de la realidad con o sin alternativas de cambio, asumiendo ser también espectadores, actores y personajes cuando la función acaba y desciende el telón.