Manifiesto 2010
17 marzo, 2010
“Salir al encuentro”
Frente al concepto habitual de búsqueda de utilidad de
todas las actividades humanas, buscamos un teatro que sea completamente
inútil según dicho concepto. El capitalismo cubre todo como una
religión en la que el arte contemporáneo finge vergonzosamente profanar
aquello que hace tiempo que ya no es sagrado. Mediante el descubrimiento
de nuevos usos para el lenguaje que sean acciones sin propósito
conocido podremos durante un instante lograr una verdadera profanación,
antes de que el mismo sistema incluya dichas acciones dentro de sus
mecanismos de entrada y salida y nos obligue a comenzar otra vez. No nos preocupa crear un espacio social novedoso
sino un espectáculo distinto. Si creamos un espacio social nuevo sólo
será consecuencia o medio, nunca fin en sí mismo. El bienestar de los
participantes será prioridad de todos, pero sabiendo que la obra de arte
requiere un esfuerzo para salir de lo remanido.
Lo dicho en un manifiesto no es un fin en sí mismo ni tampoco el
cumplimiento de sus pasos. Dado que se quiere llegar a resultados, se
privilegia un proceso cuyo único valor propio es ser un espacio
de crecimiento para quienes lo transitan. Sin embargo en modo alguno
sirve para justificar pobres resultados artísticos: no buscamos
regodearnos con nuestros pares sino alcanzar momentos de arte.
Los medios de comunicación y entretenimiento de nuestro mundo moderno nos detallan todas las problemáticas sociales y sus alternativas de solución de manera que sólo nos quedaría la
pusilánime aceptación de alguna de sus opciones prefabricadas. En
nuestro teatro no buscaremos repetir esas opciones sino presentar lo que
no sabemos que nos pasa; no lo que somos, sino nuestro proceso de
cambio hacia otra cosa. No creemos ser tan buenos ni inocentes como el
sentido común indicaría y queremos expresar también eso.
Somos consecuencia de la historia del teatro y
nos podemos servir de la técnica teatral del siglo XX, del espíritu de
las vanguardias, de la militancia de los años 60′ y del descaro de las
postvanguardias, de la música, la plástica y la literatura, así como
también ir contra parte de esa historia. Nos identificamos con el teatro
de grupo porque creemos que sus ventajas para establecer un lenguaje
artístico en común son notables, pero el teatro no son palabras ni
intenciones sino acciones y un conocimiento técnico amplio que pondremos
en juego.
Para bien y para mal será un teatro hecho desde un lugar concreto: Salamanca.
Aprovecharemos todas las oportunidades que nos brinde, incluyendo sus
negatividades que podrán ser usadas en su contra, en los espectáculos.
La sociedad propone un entretenimiento narcotizante para enfrentar al vacío existencial y para soportar las dificultades
cotidianas de ser testigos del dolor, sea éste propio o ajeno. Buscamos
en cambio presentar un arte para su consumo, pero el arte como creación y
emoción, y nunca cómo objeto de coleccionista o lecciones de moral. No
negamos al teatro la posibilidad de entretener, sino que lo enlazamos
con el viejo ocio creativo: un momento libre de ocupaciones alienantes
que nos invita a conocernos, cuestionarnos y salir al encuentro de un
modo que hasta ahora no ha podido mediatizarse con tecnología.
Entretenemos y somos abúlicos, pero somos aquellos que renegamos de nuestra abulia.
Entretenemos y somos la resistencia oculta en oscuros sótanos de una tierra ocupada por fuerzas opresoras.
Entretenemos y somos los supervivientes de un campo de concentración que vemos en la
escena un pasado oscuro y un futuro incierto.
En Salamanca, 16 de marzo de 2010.